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Una de las tareas mas exigentes que abordamos en la sociedad es EDUCAR a los niños y niñas en el marco del sistema educativo actual. La mayoría de nosotros, compañeros, docentes, padres y madres, un buen día decidimos que queríamos formar parte activamente de la educación.
Comenzamos con toda la ilusión del mundo, vamos aprendiendo y sentimos que estamos siendo el mejor educador que podemos llegar a ser. Quizás otros muchos se sientan perdidos y decepcionados; sin embargo, éstos enseguida se mimetizan y se adaptan al ambiente que les rodea en el colegio o en la sociedad, aprendiendo de los que “tienen más experiencia”, y siguiendo el mismo camino.
Alguna vez nos hemos preguntado, por ejemplo, ¿cuál es mi filosofía de la educación?, ¿cómo lo pongo de manifiesto en mi día a día con los niños?, ¿soy realmente consciente de las necesidades o características de las etapas por la que pasa el niño?, ¿cuál es mi labor como educador?, ¿cómo concibo a los niños?, ¿cómo concibo la infancia?
¿Acaso nos han enseñado alguna vez a cuestionarnos las circunstancias que nos rodean, lo que pensamos, lo que creemos, lo que hacemos?
Tanto si eres maestro como si eres padre o madre, vale la pena analizar y reflexionar sobre el enfoque que le estamos dando a la infancia, a la educación y a nuestra propia vida.